CAPITULO 2: ATERRIZAJE EN UN MUNDO NUEVO

Así pues, en esos duros meses, además de afrontar mi diagnóstico, tuve que pasar por un proceso de aborto de un niño muy querido y deseado al que apenas pude llorar entre consulta y consulta de hospital. Y fue duro y difícil.
Me intervinieron por primera vez el día 17 de Febrero de 2009. La recuperación fue muy buena y los cinco ganglios analizados, tres de ellos extirpados, tenían resultado negativo. El tumor también tenía los bordes libres así que dentro de lo malo, todo parecía haber salido perfecto. Luego resultó no ser así.
No me libré de los tratamientos de quimioterapia ni de los de radioterapia. Y aunque había oído hablar de ellos, nunca había tenido contacto alguno con este mundo.
De repente, aterrizas en algo terriblemente real y, por desgracia, demasiado habitual. Parece que hasta este momento hayas vivido en un universo paralelo dentro de tu “vida perfecta” con el mejor marido del mundo, un hijo que es (con perdón) lo más bonito que ha parido madre, familia, amigos y compañeros que te quieren, un trabajo que te gusta… Es como si hubieras estado siempre creyendo y defendiendo unas ideas, unos valores y unas prioridades que ahora parecen nubes disipándose…
Te has estado quejando continuamente de cómo está el mundo, de las desgracias ajenas y no has parado de justificarte argumentando lo poco que puedes hacer para cambiar esta situación.
Pero de pronto, lo ves todo ¡tan distinto! y ¡tan claro!
Resulta que no se trata de tener valores sino de vivirlos, que no se trata de criticar o prejuzgar sino de actuar. Y que no se trata de planificar y organizar sino de sentir y de vivir. Obvio ¿verdad?
La vida es una, cada momento cuenta y el presente y el ahora es lo único que tiene realmente poder para hacernos felices. También parece muy obvio, ¿no creéis? Yo siempre había defendido este pensamiento pero no ha sido hasta ahora cuando realmente lo he entendido, lo he integrado. Ahora es cuando de verdad lo estoy viviendo.
Hoy es lo que cuenta, el ahora es lo importante y por ello es por lo que tanto merece la pena vivir.
No me alegro de tener cáncer, ¡maldito sea!, pero…no pienso dejar de vivir este trance tan intensamente como pueda. He de aprovechar esta experiencia para aprender y ser mejor. Forma parte de mi vida y como tal tengo que asumirlo pero no pienso morir en vida...no. Eso ni de broma, mi vida es mía y la pienso vivir tan a fondo como pueda.
Desde luego, no estoy en mi mejor momento. Con los efectos de los tratamientos no tengo apetito, nada me apetece, el pelo se me está cayendo y parezco un adefesio pero… mi marido sigue dándome mil y un besos, mi hijo me dice que estoy muy guapa y mi hermana me agarra de la frente en plena vomitona sin bacilar un momento. Y mi padre y mi madre... ¡ni decir! Todos están ahí conmigo compartiendo mi sufrimiento y así se hace más llevadero. Me siento querida y esto me da mucha fuerza, la gente de mi alrededor me aprecia y el agradecimiento asoma por mi boca en forma de sonrisa, poco más puedo darles.


Besos mil